domingo, 23 de mayo de 2021

La Tormenta





La tormenta finalmente está aquí, esa imagen esquiva que le acompañara desde la adolescencia empezaba a tomar forma en la distancia, estaba en la soledad de la cabaña en la montaña, en los corredores de la universidad, en la sucia estación de Harlem, estaba en los ojos de desesperanza de esa anciana que pedía limosna en la puerta de la iglesia, en el frenesí de la disco, poco a poco se desvelaba detrás de cada caricia, de cada palabra hasta abarcarlo todo. Cuando quizo huir ya era demasiado tarde, lo supo cuando la divisó muy dentro de su propia mirada, había entrado a travez de ese espejo, en el amanecer, sigilosamente, eso pensó al principio tratando de establecer un límite entre la visión y su propio ser, pero ya lo sabía y se sorprendió a si mismo acurrucado en un rincon de su propia mente contra la pared y a oscuras contando una historia, describiendo paisajes y anécdotas que describían un mundo cada vez más complejo en el que se halló a su vez observándose. Una bocanada urgente de aire lo despertó de esa pesadilla, se incorporó de un salto y tras reconocer la habitación del hotel de forma casi involuntaria retiró las almohadas y se estiró sobre la cama, las manos sobre el abdomen subían y bajaban de forma lenta y acompasada, inspirando; uno, dos tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Reteniendo; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Exhalando por la boca; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Reteniendo el vacío; uno dos, tres, cuatro, cinco, seis. Inspirando lentamente de nuevo; uno, dos... En pocos minutos recobró el control de su ser, la angustia había dado paso a una tibia relajación, a un soñoliento estado de vigilia que le permitía desde hace una década vivir entre los demás, trabajar, divertirse y hasta amar se dijo para sí con una sonrisa al recordarlo a él. Nada hacía especial aquella mañana, la mirada perdida en el espejo se adentraba hasta el portal y se detenía justo allí, al borde del precipicio, un paso era lo que faltaba para ser libre o quizá para perderlo todo. Quien soy? se preguntó con insistencia durante casi un mes entre sollozos y risas, entre la desesperación y la resignación de aceptar que quizá nunca lograría saberlo, esos pensamientos entrelazaron cuerdas, construyeron el camino que finalmente la puso un día en la puerta de la facultad con una carta en la mano lista para empezar carente de toda esperanza para sí y absolutamente vacía para los demás.

lovesong Adele



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